El que no vive para servir, no sirve para vivir

En el apasionante mundo del beisbol y especialmente en donde se maneja lo más sensible o delicado como son los niños, existen generaciones que van y vienen.

Terminan su ciclo con gloria o sin ella y se retiran, algunos muchachos de los que se formaron en esa disciplina regresan a compartir junto con sus hijos lo que allí aprendieron.

Puede ser el caso, hablando de la Liga Pequeña de Beisbol Sabinas Hidalgo, del presidente actual Opt. José Luis Martínez, o el ex campeón nacional en la división pee wee de 1980 en Tampico Tamaulipas, Juan Ángel Serrano Román, por ejemplo.

Sin embargo es justo señalar la existencia siempre desinteresada de personas con vocación de servicio y hasta con espíritu de sacrificio, gente de edad avanzada y con achaques normales por los años vividos y lo admirable es que no claudican.

A unos se les reconoce a diario su trayectoria, o sus hazañas al poseer el parque su nombre, en cambio otros con los mismos merecimientos no pasan desapercibidos en su ambiente porque todavía “dan mucha lata” y hasta sobrenombre por lo mismo se han ganado.

Con lo anterior no trato de expresar que los demás adultos no trabajan, al contrario, son merecedores de todo respeto y admiración; su aportación a la sociedad es muy loable, llámense directivos, managers, coaches, entrenadores, choferes, vendedores, padres de familia, patrocinadores, etc.

Lo que pasa es que después de un breve receso en las actividades deportivas, aunado a las recientes lluvias, amanecí muy nostálgico y al saludar al distinguido personaje me vino a la memoria su entrega a estas causas tan nobles.

Ha participado en la construcción de las instalaciones, lo mismo en el mantenimiento, de coordinador, manager, ampayer, anotador, mensajero, socorrista, mecánico, electricista, plomero, filántropo, en fin, discutiendo como delegado en asambleas nacionales con argumentos por los conocimientos adquiridos sobre el tema con anterioridad con su respectiva actualización.

Dando una lección de qué es la vida, y para qué es, allí estaba haciendo lo que su vocación le dicta, mi amigo José Hilario Vázquez de la Torre.